
Póster original de 1896 La bohème por Adolfo Hohenstein
Este artículo hace
hincapié en la moda de comprar objetos de una época anterior, tales como
fotografías o documentales de personas, generalmente artistas, que vivieron vidas bohemias y famosas.
El autor analiza este
fenómeno, llamando la atención sobre dos factores:
a -
No todo tiempo pasado fue mejor, no era
tan idílico como pudiera parecer, había enfermedades, inseguridad ciudadana, y
otras circunstancias que hoy están superadas.
b -Volvemos atrás por la pobreza ideológica
del presente, la “omnipotencia obscena del dinero” nos hace sentir mal.
Respecto al primer
punto, el pasado, como ausente, lo podemos idealizar, proyectar sobre él
nuestros sentimientos. Y, si bien es cierto que no todo tiempo pasado fue mejor,
también lo es que tendemos a recordar lo bueno de cada época, de cada
concierto, de cada persona que ya no está. Lo malo se olvida pronto, porque
duele.
Respecto al segundo
punto, es cierto que el presente tiene tan sólo una ideología: el dinero. Por
el camino hasta el presente se fueron cayendo los movimientos sociales, los “ismos”
(feminismo, pacifismo, ecologismo).
¿Cómo podemos reponer
esta pérdida? Cuando llegamos a nuestras casas, cansados de trabajar, no
queremos sentirnos vacíos. Hemos dado lo mejor de nosotros mismos por ...
¿dinero solamente?.
Este dinero nos gusta
invertirlo en iconos de tiempos en los que había sueños, gente que luchaba por
sueños (más o menos utópicos). Nosotros no tenemos sueños. Nadie nos enseñó a
soñar, estamos programados para ganar dinero y gastarlo. Pero este bucle no nos
basta.
Al comprar tal o cual
cuadro, podemos decir y pensar: “Soy una fan absoluta de este artista”, como si
así compartiésemos sus sueños, como si comprásemos un alma.
Porque hacia el futuro
no vemos nada.
No tenemos luchas o
retos, proyectos, esperanzas, puesto que no somos críticos con el presente y
creemos que vivimos en el mejor mundo posible. Sin embargo hay batallas por
ganar: la emigración, la contaminación, la explotación de los países del tercer
mundo, la desaparición de especies animales y vegetales, con propiedades
todavía desconocidas para el hombre, en la selva del Amazonas, por su
deforestación para implantar explotaciones ganaderas; los combustibles fósiles
y el desequilibrio social y ecológico que producen, la lucha por consumir y
exigir a nuestros políticos que promocionen el aprovechamiento de las energías
renovables. La concienciación del reciclaje, la abolición de las centrales
nucleares, la erradicación de la prostitución, la igualdad plena de derechos
para hombre y mujer, la erradicación del analfabetismo, de ciertas enfermedades
derivadas del hambre y las malas condiciones higiénicas, ...
Pero todo esto, después
de trabajar ocho o diez horas... Mejor miramos atrás, mejor compramos un cuadro
o una fotografía enmarcados lujosamente y pagamos así nuestra cuota de
idealismo.
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