viernes, 28 de mayo de 2010

Savia

Hay gente incapaz de hacer daño y otra gente que sólo puede hacer el mal.
Intento no hacer daño a nadie, pero que tampoco me lo hagan a mí.
El cielo estrellado me protege, la lluvia me calma, el agua sacia mi sed.
Espero que mi paso por este país verde y húmedo sea fructífero, le debo la vida. (Esté donde esté)
Todavía tengo mucho que aprender, y mucho que dar, gracias a la savia que circula por mis venas.

lunes, 17 de mayo de 2010

La vida líquida

Hoy no quiero muros, ni murallas, ni siquiera ruinas.
Hoy sólo quiero el agua tranquila de los lagos de aquel lugar soñado.

viernes, 7 de mayo de 2010

un día de lluvia

Hay días en los que es imposible pensar, y días en los que es inevitable.

Y no será por falta de motivos: guerras, hambre, crisis... Pero hay días en que apetece vivir, simplemente, sólo eso.

Sin pensar en ayer, ni en mañana, ni siquiera en hoy, en ahora.

Llueve y en casa se está bien con el gato, vuelve el espíritu hogareño de la Navidad.
Las gotas golpean contra el cristal y se deshacen, cristal abajo, hasta fundirse en un charquito.

Apetece disfrutar de un colacao (Y no es propaganda).

Llueve y lava todo (Hoy empieza todo, la peli de Bertrand Tavernier, ¿la habéis visto?).

El cielo, el aire, quedan limpios tras estas lluvias primaverales (esperemos que no se conviertan en dos ciclones o ciclogénesis explosivas: la unión hace la fuerza). (Je, je, esto lo entiende mejor mi amigo Pedroliño).

Las viejas de la aldea se refugian en sus casas, a calcetar, o a limpiar un poco la casa negra de ausencias, llena de polvo y telas de araña (¡Buhf! ¿Y quién las mata ahora? Yo me sentiría culpable después de conocer al ecologista número uno, Napiano).

Tejen las arañas, tejen las viejas tejen el tiempo entre sus redes.

Tejen encajes de Camariñas para que cubran la piel de algún cuerpo enamorado (o mejor de dos cuerpos).

Abren el paraguas los paisanos del pueblo, siempre pacientes, siempre generosos, siempre están y se puede contar con ellos.

Caminan por bosques de robles y castaños, con sus zapatos fuertes pisando hojas húmedas, casi resbalando en piedras húmedas mojadas.

Hay días, días, días... Y noches, noches, noches...

Hay señoras que de pura bondad irán rectas hacia el cielo (cuando las mande el ser superior que llamamos Dios, de momento no).

Hay niñas con un chicho, que siempre estarán felices por haber tenido tal infancia.

Ahora vuelan sobre las aguas del mar del norte, en un titanic que nunca se hundirá,libres, ya no tienen miedo de nada(ni de la Estasi, ¿se escribe así?)

Hay, en fin, días y días.

Yo voy a disfrutar el hoy y coger fuerzas para el mañana.

¡Me voy a comer! Bon apetit.