martes, 26 de junio de 2012

SOL


Siempre sale el Sol de nuevo. Nacemos constantemente. Nos proponemos proyectos, actitudes, metas... Cada vez que crecemos un poquito más sale el Sol en nuestra vida.

Porque este es el sentido de la vida: crecer, mejorar, ser cada vez mejor personas,

Nunca se acaba el proceso: en este Universo en el que nos encontramos, en este punto azul pálido, donde hay un millón de soles, donde no hay principio ni fin, ¿qué sentido tendría todo si no procuramos ser mejores cada vez que se nos plantea un reto?

Vamos hacia delante, siempre, ya sea cuando nacemos, que venimos desde no se sabe dónde a este pequeño punto azul pálido, ya sea cuando morimos, que no es más que un viaje a otro lugar, a otra dimensión, a otros soles.

Como decía alguien, lo importante no es la cantidad de años vividos, sino la calidad de esos años, aquí o allá.

Siempre tendremos que afrontar las circunstancias que nos sobrevengan, y hacer lo que esté en nuestras manos para llevar una vida sana, tanto emocionalmente, espiritualmente como físicamente.

Si somos jóvenes, de una manera; si somos mayores, de otra. Afortunadamente, la esperanza de vida es cada vez mayor. Pero también tenemos que aprender a envejecer: no tenemos las mismas fuerzas físicas que a los veinte años, por lo que no podemos pretender vivir siempre jóvenes.

La vejez es una etapa en la vida que se vive distinta de la infancia, la juventud o la madurez.

Es tiempo de pensar, de leer, de dormir siestas, de dejarse cuidar, de compartir las emociones con los nuestros. Porque hay muchos estudios sobre la infancia, la adolescencia, la juventud... pero ¿alguien escribió algo sobre cómo envejecer?

Seguimos siendo personas, con metas ya cumplidas, que necesitamos cuidados físicos que asumimos con agradecimiento y humildad.

Personas que tenemos muchos recuerdos para compartir, que ofrecemos como sacrificio a Dios el trabajo que nos cuesta levantarnos por las mañanas (aunque sea un poquito más tarde), los efectos secundarios de la medicación que nos dan, los achaques típicos de la vejez.

No estoy en absoluto de acuerdo con estas personas que a los 90 años se ponen colágeno y se visten como si tuviesen 25. Son máscaras.

La vejez es una etapa de la vida como la infancia (¿no nos parece un disparate ver a un niño de 5 años trabajando en una mina? En el tercer mundo pasa, y no debería pasar, pues la vejez es época de recogimiento y meditación, de aconsejar a los más jóvenes, de seguir aprendiendo, para mantener en forma la mente, de hacer algún ejercicio físico moderado, para mantener en forma el cuerpo y de seguir creciendo , siempre, hasta el último segundo, de que la muerte no nos mate antes de la muerte, de perder el miedo a la palabra muerte, y de estar preparados para entrar humildemente en un mundo nuevo, con amor debajo del brazo).

Hasta el próximo post (¡sabe Dios sobre qué pensaré!)