Siempre sale el Sol de nuevo. Nacemos
constantemente. Nos proponemos proyectos, actitudes, metas... Cada
vez que crecemos un poquito más sale el Sol en nuestra vida.
Porque este es el sentido de la vida:
crecer, mejorar, ser cada vez mejor personas,
Nunca se acaba el proceso: en este
Universo en el que nos encontramos, en este punto
azul pálido, donde hay un millón de soles, donde
no hay principio ni fin, ¿qué sentido tendría todo si no
procuramos ser mejores cada vez que se nos plantea un reto?
Vamos hacia delante, siempre, ya
sea cuando nacemos, que venimos desde no se sabe dónde a este
pequeño punto azul pálido, ya sea cuando morimos, que no es más
que un
viaje a otro lugar, a otra dimensión, a otros soles.
Como decía alguien, lo importante no
es la cantidad de años vividos, sino la calidad de esos años, aquí
o allá.
Siempre tendremos que afrontar las
circunstancias que nos sobrevengan, y hacer lo que esté en nuestras
manos para llevar una vida sana, tanto emocionalmente,
espiritualmente como físicamente.
Si somos jóvenes, de una manera; si
somos mayores, de otra. Afortunadamente, la esperanza de vida es cada
vez mayor. Pero también tenemos que aprender a envejecer: no tenemos
las mismas fuerzas físicas que a los veinte años, por lo que no
podemos pretender vivir siempre jóvenes.
La vejez es una etapa en la vida que se
vive distinta de la infancia, la juventud o la madurez.
Es tiempo de pensar, de leer, de dormir
siestas, de dejarse
cuidar, de compartir las emociones con los nuestros. Porque
hay muchos estudios sobre la infancia, la adolescencia, la
juventud... pero ¿alguien escribió algo sobre cómo envejecer?
Seguimos siendo personas, con metas ya
cumplidas, que necesitamos cuidados físicos que asumimos con
agradecimiento y humildad.
Personas que tenemos muchos
recuerdos para compartir, que ofrecemos como sacrificio a Dios
el trabajo que nos cuesta levantarnos por las mañanas (aunque sea un
poquito más tarde), los efectos secundarios de la medicación que
nos dan, los achaques típicos de la vejez.
No estoy en absoluto de acuerdo con
estas personas que a los 90 años se ponen colágeno y se visten como
si tuviesen 25. Son máscaras.
La vejez es una etapa de la vida como
la infancia (¿no nos parece un disparate ver a un niño de 5 años
trabajando en una mina? En el tercer mundo pasa, y no debería pasar,
pues la vejez es época de recogimiento y meditación,
de aconsejar a los más jóvenes, de seguir
aprendiendo, para
mantener en forma la mente, de hacer algún ejercicio físico
moderado, para
mantener en forma el cuerpo y de seguir creciendo
, siempre, hasta el último segundo, de que la muerte no nos mate
antes de la muerte, de perder el miedo a la palabra muerte, y de
estar preparados para entrar humildemente en un mundo nuevo, con amor
debajo del brazo).
Hasta
el próximo post (¡sabe Dios sobre qué pensaré!)