
Crítica
de la película (basada en el musical, a su vez basado
en el libro de Victor Hugo, político, poeta y escritor del siglo XIX).
El personaje central es
Jean Val Jean, condenado injustamente, a pesar de lo cual siempre creyó en algún tipo de justicia más
allá de la terrenal. Fue precisamente el encuentro con un religioso, (que le
encubre el robo de unos candelabros para salvarle de la “justicia”), su billete
a la libertad.
A lo largo del tiempo
se van sucediendo luchas, aventuras, romances, de modo que la película atrapa y
emociona. Emociona mucho.
Tiene un claro mensaje:
siempre habrá batallas que librar, en nuestro interior o en el mundo externo,
que no debemos rehuir, sino afrontar.
No siempre la justicia
oficial es justa, ni ética; habrá que luchar por la Justicia, con mayúscula, e
impedir la opresión del género humano.
Hubo una escena que me
impactó más aún que la película en conjunto: el personaje del niño que no temía
la muerte, cantando él solo el himno que dio fuerzas a los pocos combatientes.
Los personajes
desarrollan sus vidas mostrando los
estereotipos del momento (1832).
Está dirigida por Tom
Hooper, es británica, del 2012, con música de Schönber.
Como sucede con todas
las películas basadas en novelas, sucede que era mejor la novela, pero esto es
inevitable: la novela nos permite más espacio creativo, en nuestra mente
creamos a nuestro gusto los decorados, la cara y voz de los personajes, la
personalización de la obra es mayor si es una novela que una película. Pero en
este caso, la película hace olvidar momentáneamente al libro, porque atrapa.
Las emociones se transmiten por medio de los múltiples primeros planos, y por
la música.
En el caso de esta
película yo no pude decir aquello de: “Sí, pero estaba mejor el libro...”.